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La Dinámica de la Postura y la Comunicación

La postura se refiere a la relación entre las distintas partes del cuerpo y a la manera en que adoptamos una posición específica. En una sola posición pueden existir múltiples posturas. Este intercambio tónico postural da origen a las primeras formas de comunicación con los demás, un proceso que llamamos Diálogo Tónico.


¿Qué es el Diálogo Tónico?

El diálogo tónico se manifiesta en el intercambio cotidiano, donde se adquieren significaciones que están directamente relacionadas con los vínculos. Según el psicoanalista Ajuriaguerra, este diálogo representa el intercambio corporal de información entre la madre y el recién nacido. Se expresa a través de estados de tensión y distensión muscular, que reflejan sensaciones de placer y displacer, provocando acciones de acogida o rechazo en el otro. Así, se convierten en las primeras formas de comunicación.
El diálogo tónico es una forma de sentir en la piel, que da lugar a nuestra vivencia emocional. En el contexto del cuidado y la crianza, podemos observar intercambios posturales entre la madre y el bebé. La reciprocidad de estos intercambios tónico-cinéticos es fundamental y depende de la adaptación mutua entre el niño en desarrollo y su madre, especialmente en los primeros momentos de vida.


Tipos de Intercambios

Existen diferentes tipos de intercambios:

  • Intercambios de Contacto: Estos son los primeros que se dan entre la madre y el niño desde el nacimiento.
  • Intercambios de Expresión: Son el origen de la comunicación, que inicialmente se manifiesta a través de gritos y llantos, y luego evoluciona en vocalizaciones.
  • Posturas de Comunicación: Son modificaciones posturales que no tienen el objetivo consciente de comunicarse, pero que el otro interpreta como significativas. A medida que estas posturas son reconocidas, se integran en los códigos de comunicación.


Es esencial ser conscientes de cómo nuestra postura se construye a partir de los vínculos con los demás. Nos miran, nos sostienen, nos expresan y comunican, generando en nosotros sensaciones de gozo o distanciamiento. Lo que devolvemos de esa “oleada” de interacción influye en el vínculo corporal que se establece, donde las sensaciones vividas son fundamentales para nuestro desarrollo emocional.